Seamos líderes de nuestra propia vida

Ser líder implica antes que dirigir a los demás, dirigirse a sí mismo. No podemos trazar el rumbo de un equipo sino tenemos el control de nuestra vida.

La autogestión no es tarea fácil, significa enfrentarse a la propia realidad con todos sus matices. Seguramente tendremos grandes fortalezas, pero también enormes carencias.

¿Quién puede decir que es perfecto?, que ya no tiene nada que mejorar. Considero que la capacidad de crecimiento es eterna; nunca dejamos de aprender. Sin embargo, pocas personas se miran al espejo, la vida corre tan rápido, las urgencias se vuelven hábitos y lo importante deja de ser importante; ocupando el último lugar nuestra esencia.

Me decidí a escribir este artículo, porque en mi trabajo como coach escucho incesantemente la siguiente demanda: desarrollo de liderazgo.

Cuando me dicen esto siempre me pregunto si están conscientes de todo lo que implica semejante título. Para algunos será algo natural, pero para otros será un inmenso reto. Acaso, ¿todos tenemos las habilidades que requiere un líder?

Seamos líderes de nuestra propia vida

¿Estamos preparados para hacernos cargo de tantas mentes, habilidades, realidades y vidas?

Siempre he pensado que el exterior refleja nuestro yo interno: los equipos sin orden, son reflejo de un desorden interno, aquel que no fija metas, no conoce las propias. Las disfunciones de une quipo obedecen a las propias disfunciones o carencias del líder.

El líder antes que ser líder, es un ser humano, con miedos, errores, carencias. ¿Quién se pregunta cómo se sienten? ¿Qué les hace falta ser felices y hacer felices a los demás? Todo son resultados, trabajo, responsabilidad. ¿En dónde queda el crecimiento como personas?

Una persona plena puede hacerse cargo de su vida e intentar guiar a otros. Un padre enfermo, irritado, frustrado, nunca será un buen ejemplo.

Un líder tiene muchos “hijos” a su cargo. Debe de poner límites, pero también debe darles libertad para que aprendan, debe respetar y escuchar, si quiere ser respetado y escuchado.

Por esta razón, considero que no sólo nos debemos enfocar en las empresas en desarrollar las habilidades conocidas como “hard” sino en esas “sutilezas” que son el tesoro de la esencia humana: las llamadas habilidades “soft” o “blandas”.

Considero que las empresas crecerían y tendrían mayor rendimiento si se enfocaran en el bienestar de sus empleados, tengan el puesto que tengan o título que ostenten, y eso únicamente lo podemos lograr con el trabajo dirigido al interior de la persona, al propio conocimiento, a ponerse el espejo al frente cada día y aprender a cuestionarse.

Los invito a trabajar en el desarrollo de la empatía, la inteligencia emocional, el control de impulsos y emociones. No olvidemos nuestra esencia, trabajemos en nuestro interior, no olvidemos lo importante, aquello que no se obtiene en un trabajo. Si estamos bien, si cuidamos nuestra salud, equilibramos nuestra vida, el estrés dejará de ser un hábito y será solo un impulsor momentáneo.

¡Seamos líderes de nuestras vidas, aprendamos a amarnos y a respetarnos, eso nos hará mejores guías y líderes más sabios y completos!

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